“Cómo no escribir un libro (pero hacerlo igual)”
Empecé este libro en una libreta bonita. No por ritual ni por nostalgia: porque me apetecía escribir a mano. La segunda libreta fue un puñado de folios grapados. La tercera exactamente igual porque era lo que tenía más a mano. Y porque el libro pedía salir, aunque fuera a trompicones.
El libro está maquetado. No publicado, pero maquetado. Lo que no está maquetado es mi paciencia. Hice más de cien portadas. Algunas me gustaban. Al día siguiente, no. Pedí pruebas a Amazon: unas pixeladas, otras con las letras cortadas, otras que parecían perfectas hasta que las vi impresas. No hay drama. Solo repetición. Prueba, error, prueba, error. Y vuelta a empezar.
En un momento de lucidez (o de delirio), pedí otra prueba sin saltos de página. Para ahorrar papel. Porque lo había visto en autores que parecían saber lo que hacían. Resultado: un bloque de texto que parecía una receta de arroz con leche sin espacios. No me gusta un libro sin saltos. Me pone nerviosa. Me parece que respira mal. Y como no guardé la versión anterior, ahora tengo que volver a ponerlos uno por uno. Como penitencia editorial.
Mientras tanto, decidí hacer mi página web. Porque claro, si vas a autopublicar, necesitas un sitio donde el caos pueda vivir oficialmente. Empecé hace días. Voy a paso de tortuga. Cada enlace que intento poner me lleva a mi bio, o a un limbo digital donde nada funciona. Y cuando consigo que algo funcione, ya no me gusta cómo se ve.
Escribir un libro es como enamorarse de una idea y luego descubrir que esa idea ronca, deja pelos en la ducha y te roba el WiFi.
Y ahora estoy pensando en comprarme unos cascos y grabar vídeos para TikTok. No sé si para hablar del libro, para leer fragmentos, para hacer el ridículo o todo a la vez. Quién sabe.
El libro existe. En papel, en pruebas, en decisiones que cambié veinte veces. No hay moraleja. No hay aplauso. No hay cierre. No hay frase final. Esto sigue.
Esme
Ganasssss de tenerlo y leerlo en papel!!! Vas a petarloooooooo😍
ResponderEliminar