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Mostrando entradas de octubre, 2023

Amantes.

  Hubiera reconocido aquella mirada triste de ojos caídos entre un millón. Habían pasado  más de veinte años años y ahí, frente a la Plaza Del Pilar, volví a encontrarme con aquellos  ojos del color del mar. —Que aproveche y feliz día de San Valero—dijo. Me quedé embobado. Aún quedaban resquicios de antaño: su cara, todavía de  aspecto aniñado; su pelo a la altura de aquel cuello que tantas veces había mordido, del  color de la plata vieja. Un murmullo ronco a mi espalda denotaba una prisa malhumorada para que aligerara el  paso. —Gracias por el roscón, Pilar—respondí deseando con todas mis fuerzas  que reconociera mis ojos. Me largué de ahí con el dulce en una mano y mi corazón del revés. —¡Espera Marcos! La vi caminado hacia mi entre la niebla espesa y, cuando estaba a menos de un palmo,  me agarró de una mano y me abrazo. Hundí mi nariz entre su bufanda y aspiré su olor. Nos  miramos a los ojos, aún cogidos de la mano. —Me alegro mucho de verte, Marcos, ¿qué es de tu vida? —Ya ves,