Relato


Tobias


Tobias vive solo en un antiguo piso situado en el centro de su ciudad. Tiene más de cincuenta años y nunca ha madrugado para ir a trabajar. Cobra una pensión que le paga el estado desde su mayoría de edad. Fue su madre, la que en vida se ocupó de que a Tobias no le faltara nunca de nada cuando ella no estuviera para cuidarlo.
Tobias nació sano. Pesó casi seis kilos. Su cuerpo era similar a tener entre las manos unas vueltas de longaniza. Era blando y mofletudo unido a un color lechoso tanto en invierno como en verano. Fue siempre la delicia de su madre, que adoraba cada molla suya haciéndole ver a todo el que la rodeaba, que era el bebé más precioso del mundo. Tobias comenzó a andar con casi veinticuatro meses y para entonces los médicos y su esposo llevaban tiempo insistiendo en que dejara que el niño se moviera a su aire; que lo soltara para que gateara, corriera o escalara. Una tarde de primavera, mientras la madre de Tobias leía una revista en su pequeño balcón, escuchó a su pequeño quejarse. Enseguida fue a su auxilio; dejó tirada la revista a los pies de la hamaca y fue a ver que le ocurría. A primera vista no vio nada extraño; no notó que tuviera calor ni tampoco frío. Lo cogió en brazos y le colocó el termómetro en la axila derecha dispuesta a tomarle la temperatura; todo estaba en orden, pero Tobias seguía quejándose. Fue entonces cuando decidió quitarle la ropa para comprobar que no tuviera ningún rasguño y ella no se hubiera dado cuenta. Ya estaba a punto de llamar a su esposo para que fuera a recogerlos y poder llevar al niño a urgencias, ya que este seguía molesto y la madre por más que miraba no encontraba nada extraño, cuando se le ocurrió mirarle los pies; le quitó los calcetines; ahí se dio cuenta que la uña del dedo gordo le había crecido demasiado deprisa y se le había quedado un poco encarnada en su rollizo dedo.
A raíz de ese episodio, la vida de la madre de Tobias fue un sin vivir.
Tobias tuvo algún incómodo episodio más, a causa de aquella uña que se le quedaba inscrustada de vez en cuando en la esponjosa carne de su dedo, pero su madre siempre estaba ahí con unos cataplasmas que provenían de una vieja curandera. Todo esto unido, a todo tipo de revisiones médicas que los doctores asumían aun sabiendo que la dolencia de Tobias no era nada de lo que preocuparse, pero que solo la mera presencia en el consultorio médico de la madre, hacía poner a temblar a los doctores.
La madre de Tobias murió una mañana mientras fregaba la cocina. No había día que no pasara el mocho por aquel suelo de baldosa descolorida; de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Con brío. Seguro que si la hubiera conocido algún asesino la hubieran contratado para limpiar las manchas de sangre. Cayó desplomada. Tobias tardó horas en darse cuenta de que su madre estaba tirada en el suelo oliendo a lejía. Solo cuando fueron en vano, las llamadas unidas a lamentos de Tobias para que su madre le llevara bebida y comida, se levantó de su sillón, el cual ya había cogido la forma de su poderoso culo. La vio tumbada de medio lado con el agua de fregar formando pequeños charcos.
A partir de la muerte de su madre, Tobias tuvo que empezar a valerse por si mismo; se levantaba sobre el medio día y solo cuando entonces levantaba la persiana; ya que ese simple gesto tenía como significado que la vecina ya podía tocar el timbre y no antes, la señora lo llamaba a la puerta para llevarle un plato generoso de comida. No solía repetir a menudo con el menú y Tobias quedaba a gusto. Luego la vecina, que se llamaba Asunción ventilaba las habitaciones, hacía la cama y limpiaba cuando el piso lo requería. También le hacía los recados y cualquier menester que necesitara. La madre de Tobias, una mujer precavida ya lo dejó atado todo antes de morir pagando una generosa cantidad de dinero a Asunción; su vecina y amiga de toda la vida para que a su pequeño no le faltara de nada.
Tobias se veía a si mismo como una persona culta; era un gran amante del cine porno. Esas eran las cintas que le gustaban. Le parecía asombroso ver a aquellas mujeres de pechos enormes cabalgar durante horas y horas sobre unos cuerpos que poseían unos grandes miembros. Nunca se cansaban de follar. Tobias los admiraba. Podía estar toda una tarde prendado viendo una película tras otra. Todos aquellos días viendo a mujeres desnudas se lo debía a su amigo el chino. Tenía la contraseña de su wifi que le llegaba a su piso sin ningún problema, solo que a veces el chino cambiaba la contraseña y entonces y solo entonces era cuando Tobias bajaba a la calle para asomarse a la cristalera del bar y hacerle una foto con disimulo al nuevo cartel.
Un lunes de verano, cuando las calles están desiertas a causa de un sol soberbio que araña la piel y los cuerpos se encuentran pesados buscando una sombra,Tobias se encontraba descansando en su sillón. Acababa de dar buena cuenta a los filetes empanados de Asunción. El sueño empezaba a apoderarse de él cuando sonó el timbre de la puerta. Se sintió molesto y pensó que quien fuera se habría equivocado, ya que su vecina nunca llamaba a esas horas y no esperaba a nadie. El segundo timbrazo le hizo resoplar del susto y decidió ir a ver quien era; un hombre de correos le llevaba una carta certificada.
Abrió la carta dos días más tarde y fue gracias a Asunción que se encontraba en su casa recogiendo los restos de la cena del día anterior, cuando la mujer vio el sobre donde figuraba el nombre de su vecino. Le leyó la carta despacio y cuando por fin acabó tuvo que sostenerlo del brazo y acompañarlo hasta el sofá. Unas gotas empezaron a perlarle la frente. La vieja mujer tuvo que abanicarle durante un buen rato hasta que Tobias empezó a recuperar el color de su cara.
La carta provenía de la oficina de empleo. Tobias debía personase en una dirección para un puesto que según dictaba la carta era idóeno para él, dada su minusvalía en el dedo gordo de su pie derecho. Pidió a Asunción que volviera a leérsela y esta vez sintió un pinchazo en el lado izquierdo de su pecho. No podía imaginarse otra vida que la que vivía por más que el puesto no tuviera ningún entresijo. Empezó a sentirse de nuevo indispuesto. Asunción le tomó la temperatura colocando su mano en la frente y calculó que por lo menos rondaría los cuarenta grados. Tobias se echó a llorar. Solo la idea de tener que salir todos los días de su casa y volver horas más tarde le hacía sentirse mal. La vieja vecina miró a Tobias que realmente era como el hijo que nunca tuvo. Lo agarró de las manos mirándolo a los ojos para decirle que no se preocupara, que su madre le había dejado instrucciones antes de morir por si llegaba ese momento. Dejó a Tobias tumbado en el sofá con un vaso de leche con chocolate y galletas por si le entraba la gana de comer, agarró aquella carta y salió por la puerta. Cuando la carta de la oficina del paro desapareció de los ojos de Tobias, este comenzó a sentirse mejor. Tanto, que se acomodó en su sillón para dar buena cuenta de la leche con galletas que Asunción le había preparado con tanto cariño.



Esme



Comentarios

  1. Muy bueno. Felicidades. Me gustó leerlo.��

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    1. Hola, soy Theresa Williams Después de estar en una relación con Anderson durante años, él rompió conmigo, hice todo lo posible para traerlo de regreso, pero todo fue en vano, lo quería tanto por el amor que tengo por él, Le supliqué todo, hice promesas pero él se negó. Le expliqué mi problema a mi amiga y ella sugirió que debería contactar a un lanzador de hechizos que podría ayudarme a lanzar un hechizo para traerlo de vuelta, pero soy del tipo que nunca creyó en el hechizo, no tuve más remedio que intentarlo, yo envié por correo al lanzador de hechizos, y me dijo que no había problema de que todo estaría bien antes de los tres días, que mi ex volvería a mí antes de los tres días, lanzó el hechizo y sorprendentemente en el segundo día, eran alrededor de las 4 p.m. Mi ex me llamó, estaba tan sorprendido que respondí a la llamada y todo lo que dijo fue que lamentaba tanto todo lo que sucedió que quería que volviera con él, que me ama tanto. Estaba tan feliz y fui con él, así fue como comenzamos a vivir juntos felices de nuevo. Desde entonces, he prometido que cualquiera que conozca que tenga un problema de relación, sería de ayuda para esa persona al referirlo al único lanzador de hechizos real y poderoso que me ayudó con mi propio problema. Su correo electrónico: {drogunduspellcaster@gmail.com} puede enviarle un correo electrónico si necesita su ayuda en su relación o en cualquier otro caso.
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  2. Si te acostumbras algo y estás bien, para que cambiar.

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