Relato


El detective



Mientras revisaba los albaranes  pendientes del viernes, su compañero se lo sopló mientras masticaba su palillo:
-Psss, ¿te has enterado?
-¿De qué me tengo que enterar?
-De la chica, de la chica que han encontrado esta mañana a la orilla envuelta en algas. Vaya mierda de detective que estás hecho tío.

 Tragó saliva y se levantó de la silla. El ruido de sus zapatos crujieron en cuanto dio dos zancadas. Cogió un puñado de albaranes y se los llevó a su jefe. Entró sin llamar.
-Ya era hora Lorenzo, esto tendría que haber estado para el viernes. Más te vale que te pongas las pilas. Si no...

Dejó los papeles arrugados encima de otros, que se encontraban amontonados cogiendo polvo y salió por la puerta dando un portazo.

-¿Qué?, ¿otra bronca del jefe?
-Métete en tus asuntos.
-Oye tío, que a mí me da igual si tienes mal rollo con Pepe o no, solo te he preguntado.

No le contestó. Se sentó en la silla y un ligero chirrido se escuchó en todo el perímetro. Inspiró fuerte. El aire estaba viciado. Miró de reojo y vio que Sánchez volvía a lo suyo tras la vieja pantalla de ordenador, posiblemente estaría viendo páginas guarras. A continuación giró no sin cierto disimulo su cabeza; Pepe seguía en su despacho. Podía verle la coronilla desde su sitio. Una nube de humo sobrevolaba la cabeza de su jefe; ahora estaría con su puro y bebiendo de la vieja petaca que escondía en su cajón desde hacía mil años. Se acomodó en la silla, no sin antes sentir un leve hormigueo que le recorrió toda la espalda. Su estómago le dio un vuelco. Siempre le ocurría lo mismo. Llevaba 15 años así. No había ni una sola vez que no sintiera esa voltereta en su tripa cada vez que salía el caso sobre alguna mujer asesinada. Todavía no había leído la noticia, pero el  tono de Sánchez al chivársela sabía por dónde irían los tiros; Sánchez sabía de su torturada vocación como detective; detective aficionado; no era más que eso. Lo que Sánchez no tenía ni idea, era porqué empezó la obsesión de Lorenzo en investigar casos de mujeres violentamente torturadas.

Pinchó google con el dedo firme sin saber que iba a encontrarse. Con los ojos fijos en la vieja pantalla respiró hondo, y palpando a ciegas su mesa se topó con la cajetilla de tabaco; se colocó el filtro en la boca; prendió la llama y en el momento en que inspiró la primera bocanada y la nicotina inundó sus pulmones, se dispuso a leer la noticia:

 Encuentran el cadáver de una mujer de 43 años a la orilla del río envuelta en algas...Le faltan los dedos de la mano derecha...Su cara se encuentra completamente desfigurada...Carece de globos oculares en sus cuencas...Le han arrancado los ojos...No se reconoce a la víctima...Se procederá a extraerle las dos piezas dentales que le quedan  para poder identificarla.

Un deja vu vino a su mente; 15 años antes. Otra ciudad. Una vida distinta. Otra persona. Un amor.

El cigarro se le consume dejando una montaña de ceniza encima de la mesa. Le sudan las axilas y siente la boca pastosa.
-Sánchez, tengo que irme, si pregunta Pepe por mí le dices que luego vengo.
 -Pero tío ¿cómo que te vas?
 -Cúbreme.
  Salió de la puerta sin despedirse.
 -Está loco este tío. Loco de atar- Se dijo a sí mismo Sánchez en un parloteo que no dejaba de repetirse sin cesar.

Cuando abrió la puerta de su casa fue directamente a un cuarto; metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un manojo; ahí entre llaves y cachivaches había una de un color diferente al resto; la cogió acariciándola despacio y la metió lentamente por la ranura. El cuarto estaba a oscuras. Era una habitación ciega. Encendió el interruptor; tuvo que cerrar los ojos a causa de la luz amarilla. Sacó de su bolsillo el paquete de tabaco y se encendió un cigarro. Ahora sí, en esos momentos ya estaba dispuesto a comenzar de nuevo; cogió el bote de chinchetas de colores; tomó una de color amarillo a la espera de colocarla en el plano que tenía colgado en la pared; un plano inmenso lleno de chinchetas de diferentes colores colocadas en diferentes puntos del país. Volvió la vista al principio de la pared. Al comienzo de cuando empezó toda su obsesión; ahí hace 15 años un titular decía:

Encontrada muerta mujer de 25 años a la orilla del río Sena...presenta grandes signos de violencia, carece de las falanges de su mano derecha...Se procederá a extraerle la única pieza dental para identificar a la víctima...Caso terrible...las cuencas de los ojos están vacías....

Otro titular junto al primero. Fechado 13 días más tarde:

Identificada la mujer encontrada a los pies del Río Sena; se trata de la esposa del afamado doctor: Lorenzo Soler...

El sonido de su móvil le hace sentir un movimiento involuntario por todo su cuerpo dejando el deja vu congelado en algún trozo de su mente.
-¿Diga?
-Lorenzo, si no regresas a la oficina en menos 15 minutos date por despedido.

Lorenzo colgó el teléfono. Cogió la chincheta amarilla y la colocó en el sitio que correspondía en el plano. Agarró el manojo de llaves,  teléfono móvil, sin olvidarse de su vieja libreta con la cubierta de piel. La acarició y la abrió por la primera página. Ahí con una perfecta caligrafía redondeada decía:
Que esto sea el comienzo de tu gran historia. Con amor.
Marie



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