RELATO


El equipo.

Éramos diez, cinco mujeres y cinco hombres, uno de ellos fue el que nos unió, él consiguió con su agudeza y optimismo, que un grupo de personas de lo más diversa, formásemos un equipo, que junto a nuestra capitana estratega, el gran Dream Team, volviera de nuevo, esta vez, llamándose Dream team datchball.
Nos unían varias cosas, sobre todo las cervezas de después de los entrenamientos, siempre decíamos que lo importante era divertirnos, que no pasaría nada, si en el torneo que nos iba a tocar disputar en menos de cinco semanas, nos quedábamos los últimos.
Sin embargo, se que no era así, lo supe desde el principio, todos en el fondo, queríamos una cosa: ganar.
Entrenábamos sin piedad, no obstante, como en todas las manadas, siempre hay una oveja negra, esa oveja que obvia las reglas, aunque yo se que esas inclemencias, al igual que a mi, no pasaban desapercibidas al resto de mi equipo.
El día del torneo, a falta de veinte minutos para comenzar, nuestra plantilla se encontraba incompleta.
Recuerdo que oí un suspiro de alivio, entonces supe porque, la oveja negra no estaba, lo que si sabía era de donde provenía esa exhalación de alivio.
Cinco minutos antes, alguien del equipo, no recuerdo quien, dio la voz de alarma.
Con voz modulada, sonaba tétrica, y en medio de un susurro, nos explicó que en uno de los baños, se encontraba nuestra oveja, inmersa en un charco de sangre, con un puñal clavado en el costado.
El silencio se hizo devastador, un mutismo lo inundó todo, el silbato sonó, el partido iba a comenzar, faltaba la oveja negra, todos sabíamos donde se encontraba, pero como si de una mutación se tratara, salimos como unos autómatas al campo dispuestos a ganar.
Epílogo:
Íbamos ganando, me agaché a recoger una pelota que se encontraba a mis pies, cuando fui atestada por un pelotazo en mi hombro derecho.
El impacto fue tal, que me hizo caer al suelo, entonces me percaté, que la arena entremezclada  con mis pies, se teñía de un rojo oscuro y brillante.
Levanté la vista, y mis ojos se llenaron de terror al ver quien me había lanzado la pelota

Dedicado a mi equipo de datchball


Comentarios

  1. Ahora si lo entiendo del todo. Jijiji. No lo matan ni a pelotazos. Jijiji.

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