RELATO


HAMBRE


En una ciudad cualquiera, no importa donde, ni siquiera hace falta saber si hace frío o calor, la estación del año no es relevante, tampoco  si el cielo está estrellado, o lo cubre una masa gris,  todo eso da lo mismo en estos momentos.
Lo único que sabemos, es que es de noche, en un bloque de pisos, da igual si son los del tercero, o los del noveno, no es significativo, una madre tira a la basura casi una barra de pan comprada en ese mismo día, sus hijos no han querido probar la verdura, decían que estaba dura, la madre cansada de suplicar para que la probaran, y ante su rotunda negativa, coge ambos platos y los vacía intactos dentro del cubo de la basura.
Les fríe en la sartén unas salchichas, cuando las dispone en el plato de loza, uno de ellos se queja, no quiere salchichas, impone que desea empanadillas, el otro hermano siguiéndole la corriente al primero, se une a la monserga, haciendo que la madre cansada de todo el día, abra el congelador como una autómata, y saque de él, una caja de precocinados.
Mira las salchichas doradas recién hechas, compradas un rato antes en la carnicería de Tomás, las huele, con la punta de la nariz roza una de ellas,el olor le estimula los sentidos que creía adormecidos, entonces recuerda que está a dieta, en realidad lleva a régimen toda la vida, coge los platos, y vierte todo el contenido en el cubo, haciendo que se mezclen los alimentos unos con los otros.
En el piso de enfrente, o en el de al lado, da lo mismo, lo que si que sabemos es que son del mismo bloque, una madre sirve la cena a sus hijos, arroz hervido con un poco de tomate, que lleva racionando durante seis días, la cara de sus hijos muestran la disconformidad en el rictus de su boca, se miran entre ellos y empiezan a comer, no dicen nada, no se quejan, la madre lo agradece, en recompensa saca dos natillas que tenía guardadas para el fin de semana, y coloca una tras otra para que las tomen, el gesto de ellos se torna en esos momentos complaciente, mañana pedirá  prestado un poco de dinero a su madre ,y entre otras cosas, comprará  natillas, además recuerda haber visto un anuncio en DIA de tres por dos, con un poco de suerte hasta ella podrá comerse una.
En el piso anterior, la madre, ata la cuerda de la bolsa de basura,  la lleva hasta la entrada, dejando un olor a salchichas, que hace que  la mujer suspire resignada, antes de abrir la puerta para sacarla al contenedor, les dispone a sus hijos diferentes postres, que los niños responden con una gula difícil de controlar.
En el piso número dos, los niños han terminado las natillas, les han sabido tan buenas, que a a la madre se le escapa una lágrima por no disponer de más.
Las dos mujeres salen a la vez al rellano, ambas con su bolsa de basura, una de ellas llama al ascensor, el olor de las salchichas lo impregna todo, haciendo que a la dueña de la bolsa, le suene la tripa a causa del hambre que tiene, por un momento se arrepiente, pero enseguida descarta de su cabeza, la idea absurda de volver a casa, sacar la cena de la bolsa y comérsela, tiene tanta hambre que la devoraría directamente en estos momentos.
El sonido de la otra madre no proviene de su tripa, el de ella viene de su alma, a ella también le viene el olor a salchichas recién hechas, también el de la verdura, además comprueba por el resquicio de la bolsa, como asoma una barra de pan, ¿hace cuanto tiempo sus hijos no comen carne?, por un momento lo piensa, pero no, ¿o sí?, le lanza la pregunta a su vecina, y con su mejor gesto se ofrece a cogerle la bolsa para bajársela ella misma.


Comentarios

  1. Cuánta hambre....y cuánta comida se tira a la basura.... muy bien la descripción.

    ResponderEliminar
  2. Mientras no te pasa a ti, no piensas en cómo lo están pasando los demás. Que pena de sociedad y de educación.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

RELATO

Amantes.

El último habitante