RELATO


TOUJOURS NOTRE DAME

Las gárgolas posan sobre los atriles de piedra, altivas, espeluznantes,fantásticas, espantando a los demonios y a la fuerza del mar.
Desde lo más alto, visualizan la ciudad de la luz, una de ellas, observa la sombra de una figura  que ha abierto la gran cancela, para adentrarse dentro de uno de sus majestuosos pasillos, es él, Victor Hugo ha entrado a la gran catedral en busca de inspiración.
Mientras cruza un rincón oscuro, se percata de algo, la palabra destino esculpida en la piedra, se haya ante si mismo, imagina el alma atormentada que se ha visto al tallar esa palabra, imagina a un campanero, de fuerza hercúlea y de horrible fealdad, pero con un corazón sensible y noble tan grande como el espacio donde se encuentra.
También inventa a una preciosa gitana, prediciendo el porvenir, la ve corriendo por los pasillos de la catedral, escondiéndose de los que la  acusan injustamente de la muerte de su amado.
Roza levemente la palabra tallada en la piedra, cierra los ojos, e imagina la historia que va a escribir.
Ya es de noche,  tiene que volver a su casa, las campanas resuenan tan alto, que nota el eco bajo sus pies, cierra los ojos, imagina al que será Quasimodo en lo alto del campanario, se da la vuelta, le ha parecido que Esmeralda se esconde y le sonríe, es hora de salir de ahí.
Abre la puerta, pero antes de seguir su camino, levanta la vista, ha albergado la sensación de que una gárgola mantiene la vista fijada en él.
Sigue su sendero, la gárgola gira el cuello y no deja de mirarlo, hasta que Victor Hugo se pierde por las calles de París.

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