Relato


COMIDA DE DOMINGO (2º PARTE)


Hace unos días, publiqué un relato que se titulaba: comida de domingo, para los que no lo hayáis leído, está unas entradas más abajo.
Muchas de vosotras,me habéis pedido que escriba la segunda parte, aquí os la dedico, espero que os guste, porque yo me he divertido mucho escribiéndola.


Cuando la camarera de pisos, abrió a primera hora de la mañana, la puerta de la habitación del hotel para entrar a limpiar, se quedó perpleja.
Llevaba muchos años limpiando habitaciones, y había visto de todo, o casi todo, pero eso no lo había visto en todos los años que llevaba en ese trabajo.
Tenía en enfrente de sí, a un hombre totalmente desnudo, atado al cabecero de la cama, con un reguero de baba colgando por la comisura derecha y roncando sin parar.
Desde la misma habitación llamó a recepción, y mientras esperaba a que subiera alguien, lo observó con detenimiento, hacía años que no veía a un hombre desnudo, así en directo, casi ni lo recordaba, pensó que ese hombre no estaba nada mal, y enseguida se arrepintió de haber llamado a recepción, pensó que había sido una estúpida, en todos los años que llevaba limpiando habitaciones de hotel, nunca había visto algo semejante, y hoy, un día cualquiera, tenía ante sí misma a un señor atado y desnudo, y no lo había sabido aprovechar, calculó que enseguida subirían, pero antes quería hacer algo, que nunca había hecho y que sentía curiosidad, se subió a la cama, se colocó de rodillas ante el y se metió el pene del hombre en la boca.
Enseguida se apartó, el pene había crecido, la verdad es que no imaginaba que fuera a reaccionar tan pronto, era la primera vez que hacía eso, el hombre seguía dormido, se agachó de nuevo y se lo volvió a meter en la boca.
Los pasos del recepcionista, se oían desde el final del pasillo, ella se bajó de la cama, y mientras se colocaba correctamente la cofia entro el conserje.
Ella le explicó, que cuando entró a limpiar la habitación, se encontró al sujeto, atado,desnudo y dormido, al recepcionista le resultó raro que el pene del señor estuviera erecto pero no dijo nada, entre los dos lo despertaron, y mientras le quitaban las esposas el pene se iba volviendo más pequeño.



Llegué a mi casa completamente abochornado, lo primero que hice fue abrir mis contactos de citas y darme de baja para siempre, lo de esa noche no se podía volver a repetir, ¿Quién era esa loca qué me ató a la cama y me dejó ahí?
Y luego la señora de la cofia, como me miraba, sí de reojo vi como se relamía mientras me ponía los calzoncillos.
Miré el móvil, dos llamadas de mi novia, ya ni me acordaba, esa misma noche tenía la presentación formal con sus amigas, hasta su madre iba a estar, ya era hora de sentar la cabeza, debía de olvidar lo de la noche pasada, sólo era una anécdota, una broma de mal gusto, pero ya pasó.
Me desperté de repente con el sonido del teléfono, mi novia al otro lado lado de la línea, me preguntaba que donde estaba, me había quedado dormido, le dije que en menos de veinte minutos estaba ahí, cogí las llaves del coche y salí por la puerta.
Se veía su casa iluminada desde el principio del camino, mientras conducía, pensaba que a lo mejor esa fiesta era excesiva, se intuían los adornos a través de las ventanas, esas luces con un tono anaranjado, me parecieron estrambóticas, por un instante me arrepentí de estar ahí, pero ya era tarde, ya había tocado el timbre de la puerta y desde el otro lado oí que gritaron:
-¡Ya está aquí¡
Me dio un beso suave en la oreja, mientras me decía que esa fiesta era para mi, y de la mano me llevó hasta el centro del salón.
Si desde fuera, las luces se veían atronadoras, desde dentro era todavía peor, y esa música, ¿Qué era eso? parecía sacada de una película de terror, todo me pareció en esos momentos terrorífico, incluida mi novia.
Entonces la vi, a la loca que me dejó atado al cabecero, estaba junto a mi chica, enfrente de mi, me miró guiñándome un ojo y mientras me daba dos besos me dijo:
-Sorpresa.
Cuando no había reaccionado todavía, me presentó a su madre, ahí estaba, la señora de la cofia de esta mañana, la que me había visto atado al cabecero de la cama de un hotel, la que se había relamido al verme desnudo.
Dije que necesitaba tomar el aire, las tres empezaron a reírse mientras iba camino de la puerta, todos los que se encontraban ahí, se reían a mi paso, arranqué el motor y las risas se seguían escuchando durante todo el trayecto, hasta que salí del camino de tierra.
EPÍLOGO:
¿Me habrá reconocido sin la cofia?
Espero que no, no me gustaría que se sintiera incómodo en futuras reuniones familiares, parece un buen chico, por cierto, ¿dónde va tan deprisa?



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