Relato

Un paraguas dentro de tu armario


El tintineo de unas campanas, resuenan al abrir la puerta de la tienda, un vendedor, levanta la vista, y mientras se ajusta las gafas correctamente, pregunta:
-Buenos días señora, ¿en qué puedo ayudarla?
-Buenos días, desearía algo para resguardarme.
-Un paraguas, quizás, ¿qué le parece éste?
-Con esto, ¿me protegeré?
-Claro señora, es un paraguas muy amplio y fuerte contra el viento.
-Pero, ¿me resguardará también de la tristeza?
-¿Cómo dice señora?
-Quisiera saber, si este paraguas, me va a proteger de la melancolía.
-No lo sé señora, es un paraguas.
-Entonces disculpe por haberle entretenido, pero no lo quiero.
El dependiente, se queda mirando a la clienta con cara de circunstancias durante un tiempo, y cree haber  dado con la solución.
-Voy a proponerle algo, llévese el paraguas.
-¿Cómo?
-Lléveselo de prueba durante un mes, y compruebe usted misma si el paraguas la protege contra la pena que dice sentir, si es así, vuelva a la tienda y abone el paraguas, de lo contrario, me lo devuelve y yo lo vuelvo a poner en el escaparate.
La mujer se queda pensativa un rato.
-Esta bien, acepto el trato, me lo llevo, pero le prometo, que lo cuidaré para que no se dañe.
-Estoy seguro de ello, en un mes la veo.
Un mes más tarde.
-Buenas tardes de nuevo,me quedo con el paraguas, amable vendedor.
-Le ha sido de ayuda, entiendo.
-Más de lo que usted imagina.
Unos días más tarde, el vendedor aprovechando el sol primaveral, decide ir paseando a la tienda,cuando cruza la esquina, se sorprende al ver una larga fila esperando a abrirse su establecimiento.
-Buenas tardes, ¿qué desea?
-Buenas tardes, quiero comprar un paraguas.
-Muy bien, ¿cómo lo quiere?
-Quiero un paraguas que me proteja contra la tristeza.
El vendedor, se queda atónito.
-Si bueno, ¿qué le parece este?
-Este paraguas ¿me va a proteger?
-No lo se caballero, mmmmmm, ¿ no desearía usted probarlo durante un mes?
-Si no le es mucha molestia.
Ninguna señor, tome y que tenga buen día.
Al vendedor, no se le escapó la sonrisa infantil de la siguiente clienta y dedujo lo que ya imaginaba.
-¿No querrá usted también un paraguas que la proteja contra la melancolía?
-¿Cómo lo ha sabido?
-No lo sé, no me pregunte como, pero lo sé.

Cuatro días más tarde, el vendedor cerró su establecimiento, y se dispuso a volver a casa dando un paseo  para tomar un refrigerio, fue dando un rodeo por el parque, el día era espectacular, pero se dio cuenta de algo, a cada paso que daba, se encontraba con algún viandante caminando con un paraguas, dio otro paso, y vio a otra señora con otro paraguas, al volver la esquina ,el caballero al que le dispensó el paraguas de cuadros le guiñó un ojo, entonces se paró en seco, y decidió desandar el trayecto, abrir su establecimiento, y coger uno de los paraguas qué tenía en el escaparate, y dijo ¿por qué no? y salió camino a su casa sonriente, dando un paseo con su paraguas.







Comentarios

  1. Muy chulo el relato muchos necesitariamos comprar un paraguas asi

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  2. La melancolía y tristeza nos invade a veces sin causa aparente

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  3. Todos tenemos ese paraguas. Solo hay que buscar donde, artista.;)

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