Relato
MI
PEQUEÑO HUMANO (2º PARTE)
Hace
unas semanas, publiqué un relato que se titulaba: Mi pequeño humano.
Para
los que no lo habéis leído, os invito a hacerlo, está unas entradas más abajo, y
a los que lo leísteis, aquí os dejo la segunda parte.
No
tenía pensado escribir la otra parte de la historia, pero al final surgió.
SEIS
AÑOS MÁS TARDE.
Necesitaba
salir del aire viciado de la ciudad, los exámenes me habían dejado exhausto, y
mis relaciones familiares cada día se rompían un poco más.
Ese
domingo, me levanté de la cama, y sentí que me faltaba el aire, que me ahogaba,
abrí la ventana, y un olor a humedad, mezclada con el olor de la fábrica, que
se encontraba cercana, hizo que la cerrara rápidamente.
Abrí
el armario de la despensa, un reguero de
hormigas en fila india, salieron de un paquete de pan ,llevaría caducado ese
paquete, quizás meses, ni siquiera me molesté en matarlas, realmente ellas no
tenían la culpa, además siendo egoísta, esa misma noche dormiría en casa de mi
madre, que a diferencia de esta casa, estaba siempre impecable.
Me
lavé la cara con agua fría, y mientras me secaba las manos, oí a mi padre
roncar desde su cuarto, cogí la cazadora, el casco y las llaves de la moto, abrí
la puerta y la cerré dando un portazo.
En
menos de veinte minutos, llegué al pulmón de la ciudad, el aire se respiraba
limpio, estaba ahí, en medio de la nada, rodeado de árboles y maleza, ahí olía
a hierba mojada de verdad, ahí podía respirar, y sacar de mi cabeza, aunque
fuera por unas horas, toda la mierda que llevaba encima.
Aparqué
la moto en la entrada de aquel pequeño monte, a la media hora de ir caminado,
oí un ruido detrás de mí, sonaba a hojas secas, pensé que sería algún conejo, o
alguna liebre, el ruido se hizo más sonoro, me di la vuelta, y ahí había un
perro entre las malezas.
Eché
un paso para atrás, y como por arte de magia, se plantó delante de mí, vi su
dentadura, y su boca llena de babas, y me vi completamente perdido.
Enseguida
salió el segundo perro, este era más grande, y en sus ojos se veía el hambre y
la furia, los dos perros estaban flacos, llevarían semanas sin comer,
no sabía que hacer, si quedarme quieto o echar a correr.
El
primer perro me gruñó, metí la mano dentro de la cazadora para ver si por
casualidad llevaba algo de comer, alguna chocolatina, pero solo encontré el
paquete de tabaco de liar, ahí no había nada, en el otro bolsillo estaba mi
móvil, lo saqué de ahí, y el segundo perro se me abalanzó.
Ahí
me vi muerto, el perro me miraba, y tenía hambre, era lo que pasaba en esos
casos, en esos momentos yo era presa fácil y ahí se acababa todo.
De
reojo vi aparecer al tercer can, entonces el perro que tenía encima se apartó,
este era un pastor alemán,estaba flaco, más que flaco, estaba en los huesos, tenía una
oreja mordida y me gruñó.
Me
fijé en el pastor alemán, y a diferencia de los otros perros a este lo miré a
los ojos, tenía una mancha blanca en el ojo derecho, me fijé en el color de sus
ojos, y casi me puse a gritar en esos momentos, era mi perro, era Kerchac,
cuando hace seis años, volví a casa de mi padre, y me dijo que Kerchac se había
escapado, lo busqué día y noche y ahora lo tenía enfrente de mí, y era él,
hubiera reconocido esos ojos entre un millón.
Lo
llamé por su nombre, pero me gruñó con más fuerza, no me reconocía, yo había
cambiado, y él tenía hambre.
Entonces
le silbé, era un silbido, que él reconocía cuando yo llegaba a casa, y antes de
abrir la puerta, él ya lo oía, silbé fuerte y volví a silbar.
Oí
un silbido, me recordaba a algo, entonces unas imágenes me empezaron a venir a
mi cabeza, recordaba a un humano, un humano pequeño, qué me silbaba cuando
llegaba a casa, un humano que jugaba conmigo y me daba caricias, entonces me vi
en una jaula, y a través del cristal, a un humano pequeño, y a otro grande,
miré a los ojos a ese humano que tenía enfrente de mí, era mi pequeño humano
que había venido a buscarme.
Se
me abalanzó, al principio me asusté, pero con el primer lametazo, vi que me
había reconocido, no había día que no pensara en mi perro, en mi amigo, ahí
estaba lleno de pulgas y muerto de hambre, entonces los dos perros se abalanzaron
sobre Kerchack, yo no sabía qué hacer, me asusté y me escondí detrás de un
árbol.
Al
final los dos perros se fueron, pero Kerchack no se levantaba, lo cogí en
brazos y me di cuenta de lo poco que pesaba, llegamos hasta donde tenía la
moto, intenté colocarlo en la parte trasera, pero se caía, estaba medio
inconsciente, entonces llamé a mi padre y le rogué que viniera ya.
Durante
la recuperación de Kerchac, mi padre me confesó que no se escapó, que lo dejó
atado a un árbol y se fue, no lo he perdonado y no creo que lo perdone jamás.
Ahora
Kerchac es un perro viejo, lo cuido y cuidaré hasta que se muera, se lo debo.
Me has hecho llorar pebre perro
ResponderEliminarOhhh tenías claro a quien le iba a gustar....bonito relato.
ResponderEliminarNunca olvidas a tu mejor y más fiel amigo, pasen los años que pasen. Merecen que se les cuiden toda la vida.
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