Relato

DOGO

Se levantó completamente apesadumbrada, la cabeza le daba vueltas, y casi no podía mantenerse en pié.

A sus casi cuarenta años, sus salidas nocturnas, cada vez le pasaban más factura, la noche anterior, no se había excedido en demasía, pero los mediodías siguientes, siempre se decía que sería la última salida,aunque rara vez lo cumplía.

Vivía sola en su apartamento con Dogo, presumía de no tener que rendir cuentas a ningún hombre, hacía lo que quería y con quien quería, pero al contrario de la noche anterior que se sentía con ganas de comerse el mundo, ahora mismo se sentía como si le hubiera pasado un tren por encima.

Encendió la luz del baño, el reflejo de la bombilla le hizo cerrar los ojos, bajó la intensidad de la luz, y se miró al espejo de reojo, la piel amarillenta, a causa del tabaco y el alcohol, los ojos hinchados de dormir poco y mal, el pelo, anoche tan brillante, y ahora tan opaco, se lo tocó, lo notó seco y áspero, se miró las puntas, y se sorprendió el verse el pelo tan descuidado.

Se mojó la cara con agua fría, no le importó sentir el contacto del agua helada con su cara, al contrario, eso le despejó, pero sus ojos seguían hinchados, y por mucho que volvió a refrescarse aun le quedaban restos de maquillaje.

Se recogió el pelo, se miró por última vez en el espejo, y vio como se acercaba Dogo silenciosamente al umbral de la puerta.

Dogo era un loro, de la especie guacamayo aliverde, tenía un plumaje rojo, verde y azul, de un color y un porte espectacular, fue regalo de un antiguo amante brasileño que se encaprichó de ella, a diferencia de él, ella lo mandó a paseo, pero se quedó con Dogo, los regalos no se devuelven le dijo ella, cuando él le sugirió que al ser ella la que rompiera la relación tuviera que devolverle a Dogo.

Dogo, levantó el vuelo, y el aire del plumaje la animó,lo miró a los ojos, y pensó que era un animal increíble, como si él, le estuviera leyendo el pensamiento, sintió su mirada que le resultó perturbadora en esos momentos, y dio un paso para atrás sorprendida por esa sensación.

Fueron juntos hacia la cocina, preparó para ella un bocadillo junto a algo de beber, y para Dogo, una manzana cortada a trozos,  servidos en un cuenco especial para su pico, él en agradecimiento levantó el vuelo y la besó en los labios.

El malestar de su cuerpo, no mejoró después de haber comido, se notaba la piel acartonada, la boca seca, y el aliento le seguía apestando a alcohol, lo más cómodo hubiera sido tumbarse en el sofá junto a Dogo, pero una arcada, le hizo correr hacia la taza y vomitarlo todo, se sentó encima del  borde de la bañera, y decidió que lo más aceptable sería darse un baño caliente con espuma, así seguro que se relajaría, lo que ella no imaginaba es que fuera a ser tanto.

Puso el tapón de la ducha en el orificio,le dio al máximo en temperatura caliente, en cuestión de segundos empezó a salir  vapor, que junto a la fragancia de las sales, se formó un aroma penetrante.

Se fue quitando la ropa poco a poco, el ambiente hizo que remitiera un poco el dolor de cabeza, tocó con la punta del dedo gordo la temperatura del agua, estaba perfecta, todo estaba perfecto en esos momentos, primero una pierna, luego la otra pierna, se sentó en la bañera y su cuerpo se fundió con la espuma caliente y embriagadora, cerró por unos instantes los ojos, y empezó a recordar momentos de la noche anterior, las copas fueron demasiadas, tenía muchas lagunas, y realmente no se acordaba como llegó a casa, pero ahora le daba igual lo que hubiera ocurrido la noche anterior, ahora mismo estaba en un estado tan placentero, que cuando el agua empezó a enfriarse y se levantó para salir de la bañera, al ir a coger la toalla, resbaló.

Cayó encima de la baldosa fría y perdió el conocimiento, el vapor empezó a desaparecer a causa del enfriamiento del agua, y ella se quedó desnuda y su piel empezó a ponerse de gallina a causa del frío, pero dada su inconsciencia no notaba nada.

Estaba sola en el cuarto de baño, nadie podía avisar al médico, nadie sabía nada de su estado, nadie excepto él, nadie excepto Dogo, que como si hubiera estado esperando que ocurriera algo, apareció casi como un fantasma y se colocó  frente a ella, y la miró como nunca lo había hecho.

Pasaron las horas, ella seguía sin moverse, el cuarto de baño se había quedado helado, estaba cubierta de agua a causa de la condensación, respiraba sí, pero su piel se iba tornando de un color azulado a causa del frío.

Dogo seguía ahí, no salió del baño en ningún momento, a veces aleteaba suavemente como si quisiera cerciorarse que no iba a despertar, como si quisiera ver que estaba dormida muy dormida.

El párpado derecho de ella, hizo un movimiento involuntario y Dogo como en un estado de alerta bajó su cabeza y se quedó mirando como esa capa fina con venas azules se movía, estaba absorto mirando aquel párpado, cuando le dio un picotazo, el ojo se paró en seco y ella no despertó.

El siguiente picotazo fue en el otro ojo, este no se había movido en ningún momento, pero durante todo ese rato, Dogo no apartó la vista de el.

Se colocó encima de ella, las patas encima de su vientre, ahora la tenía completamente en su poder, como si de un sabueso se tratara, empezó a olisquearla, puso su pico en el orificio de la nariz y notó como respiraba, eso le puso nervioso a Dogo, y le dio un picotazo  en la punta, haciéndole un pequeño agujero.

De repente abrió los ojos, el dolor que le produjo abrirlos, a causa de llevar los párpados picoteados, le hizo soltar un chillido tan atronador, que pilló de sorpresa a Dogo, haciendo que este, levantara el vuelo, y se golpeara contra el techo al haberle pillado desprevenido.

Cayó a su lado, ella se llevó ambas manos a la cara y soltó un gemido, dijo que no podía ser, y rogó porque siguiera vivo, entonces se fijó en su pequeño abdomen que se movía arriba y abajo y sonrió, entonces se acercó a él y mirándolo fijamente le dijo:

-Ahora me toca a mi jugar un rato, pequeño granuja.

Y lo miró como nunca lo había mirado y sonrió.