RELATO
EL
COLEGIO.
Corrió apresuradamente a contestar el teléfono, llamaban de la oficina del paro, su
gesto se torció en cuanto le explicaron que la oferta consistía, en arrancar las malas hierbas de un colegio para un futuro huerto ecológico, su situación económica era pésima, y accedió
sin ni siquiera preguntar cuanto le iban a pagar por ello.
Las
herramientas las ponía el centro, solo tenía que ponerse ropa cómoda, coger el
autobús, y presentarse en la dirección, que la voz que oía al otro lado de la
línea, le dictaba sin ningún tipo de enfatización.
El
colegio se encontraba al otro lado de la ciudad, ni siquiera conocía la
zona, era un centro religioso, situado
en lo alto de una cima, le sorprendió el paraje que lo rodeaba, le pareció un
castillo encantado, como los cuentos que leía de pequeña, le asombró la
ausencia del bullicio típico de una escuela, la fachada era de un color gris
perla, al igual que el tejado que cubría el edificio ,y que el suelo que lo
sostenía, llamó al timbre, la puerta de hierro rechinó, y esta se abrió,
mostrando un jardín oscuro, lleno de maleza ,y al fondo la entrada principal,
sintió por un momento que alguien la observaba, alzó la mirada, y sus ojos se
cruzaron con los de un niño que se encontraba en una de las ventanas, levantó
la mano para saludar, pero la cortina de la ventana se cubrió rápidamente.
-Usted
debe de ser Katrina, ¿verdad?
Se
sobresaltó, no esperaba que llegara sin avisar la voz que la saludó, le sonó
neutra, apática y gris como la fachada de aquel colegio, que tenía ante sus
ojos.
-Buenos
días, vengo por lo del trabajo.
La
voz plana, correspondía a una mujer de unos cincuenta años, de ojos grandes y
claros, eran más que eso, le parecieron transparentes, su sensación fue como
mirar a unas cuencas vacías, de cara huesuda y angulosa, en completa
concordancia con su nariz, la parte derecha de su rostro, la cubría una enorme
cicatriz de color tostado, que no se molestó en cubrir siquiera con maquillaje,
llevaba un moño bajo, tirante, pelo oscuro,como el dominio que la rodeaba,
vestía una camisa de color indefinido, que había conocido tiempos mejores,
le acompañaba una falda larga, con volumen en la parte de abajo, y asomaban
unos botines acordonados negros con las punteras completamente desgastadas, uno
de sus brazos iba sujeto a un cabestrillo, y estaba completamente vendado, toda ella al igual que el paraje en el que se encontraba parecía sacado de otra
época.
La
miró de arriba abajo, sin miramientos, en la mano libre, llevaba un manojo de
llaves, empezó a sacudirlas sin dejar de observarla.
-El
trabajo es sencillo, solo tienes que quitar las malas hierbas, dejarlo raso,
aquí tienes todo lo que vas a necesitar, para cualquier cosa que necesites, llama al timbre que has llamado cuando has llegado, yo vendré al instante, pero
bajo ningún concepto, entres al colegio, tu trabajo está aquí fuera, ¿te queda
claro?
Asintió,
no tenía otra opción.
-Por
cierto, no me he presentado, mi nombre es Rose Mary, soy la directora.
Unas
nubes negras azotaron el cielo antes despejado, pensó que lo mejor
que le podía pasar, era que empezara a llover con fuerza, y así poder largarse
de ahí, tendrían que pagarle igual, ya que ella había ido a su puesto de trabajo,
la culpa no sería suya si hubiera tormenta.
Cogió
una pequeña herramienta, pero antes de empezar, cogió sus cascos , necesitaba música
para empezar con aquello, ya casi se había olvidado de aquella directora que le
había puesto los pelos de punta, cuando al clavar el instrumento en la tierra sintió
algo, volvió a picar en la tierra húmeda, y ocurrió exactamente lo mismo, se agachó
para ver que ocurría, con las manos arrancó unos hierbajos, entonces una arcada
hizo que vomitara el almuerzo, ahí ante sus ojos apareció una mano, era
pequeña, estaba cortada al ras, un corte limpio, seco que le produjo una
sensación de mareo difícil de describir, apartó la vista y sus ojos se posaron
en la ventana, ya no había cortina que la cubriera, el niño de antes la
saludaba con su muñón, se levantó para irse de ahí, entonces otro niño apareció
por el resquicio de la ventana, este tenía la misma mirada transparente que la
directora, cuando vio su brazo amputado, soltó un grito agudo, cogió su bolsa, y al darse
la vuelta se topó de bruces con Rose Mary.
-¿Dónde
vas tan rápido? Ni siquiera has comenzado.
Entonces
lo vio, el cabestrillo, el brazo, ya no llevaba venda, abrió sus ojos como platos, le
faltaba la mano, posó su mirada en sus
cuencas vacías, y percibió el gesto que esta le ofrecía, bajó de nuevo la
mirada, ahora al otro brazo, y ahí estaba agarrándola fuertemente con su única
mano, una sierra que goteaba sangre cayendo a la punta de uno de sus botines desgastados.
Ohhh!!
ResponderEliminarPor eso habia tan malas hierbas, si les cotan la mano, uf....
ResponderEliminarAinssss, que miedito.
ResponderEliminar😢pobres niñitos...
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