Relato
Es él
Salió casi sin decir adiós de la tienda donde trabajaba, llegó
al coche con la chaqueta en la mano, y el paraguas en la otra, como pudo, abrió
la puerta, y dejó caer en el asiento del copiloto todas sus cosas, antes de
encender el motor, encendió un cigarro y aspiró con fuerza, sólo cuando sus
pulmones se llenaron de nicotina y alquitrán, su cerebro empezó a pensar en
todo lo que le quedaba por hacer.
Bajó la ventanilla del coche y tiró al suelo la colilla, un
hombre pasaba en esos momentos con su perro, y la miró con cara de pocos
amigos, ella le mantuvo la mirada mientras arrancaba el coche, y salió sin ni
siquiera ponerse el cinturón de seguridad.
La cabeza le iba a mil por hora, tenía que recoger a Iván de la
guardería, poner una lavadora, recoger la cocina, en esos momentos se acordó
que ni siquiera había lavado los platos del desayuno.
Notó apático a Iván , se dijo a si misma que en cuanto llegaran a
casa le pondría un rato la tele.
El tráfico ese día, era más denso de lo normal, se cambió de
carril cuatro veces y siempre para volver al carril inicial, tenía ganas de
fumar, pero con Iván en el coche nunca lo hacía, a punto estuvo de encender un
cigarro pero no lo hizo.
Llevaba delante de ella, un coche que no supo adivinar la marca,
solo vio que era viejo, y que cumplía correctamente con los parámetros de
velocidad, eso le puso muy nerviosa, salió de ese carril para intentar
adelantarlo, se puso a la par del coche viejo, giró la cabeza, ya que quería
ver quien conducía aquel coche sacado de un museo arqueológico, el hombre, al
notar la mirada, giró también la cabeza y sonrió amablemente.
No se consideraba racista, pero el conductor era un negro,
dentro de una antigualla, y por su culpa iba a llegar más tarde a su casa.
Pensó, que ojala apareciera la policía y se lo llevara de ahí,
no se consideraba racista claro que no, pero es que ese negro estaba
interponiéndose en su camino y la molestaba constantemente con su presencia.
Se puso tan nerviosa, que encendió un cigarrillo, Iván empezó a
toser, pero ella no quiso oírlo, bajó la ventanilla del coche y le hizo un
gesto al otro conductor nada amable, él sólo la miró, miró el cigarrillo y a
continuación vio a Iván, volvió la mirada hacia ella y negó con la cabeza.
-¿Qué dice este tío? Pensó ella?
Más le valía al negro apartarse del carril que lo único que hace
es molestar.-Pensó.
¿Dónde está la policía cuándo se necesita?
Aparcó en el garaje, cogió su bolso, su paraguas, abrió la puerta
trasera y cogió a Ivan, lo notó con fiebre, entonces decidió dejar el paraguas
en el maletero y subir a Iván en brazos.
A las dos de la mañana, la fiebre no remitía, llamó al médico de
urgencias y explicó la situación, le dijeron que no se alarmase, que en menos
de veinte minutos llegaría el doctor.
Estaba muy nerviosa, nunca había tenido que llamar al médico de
urgencias, pero en esos momentos sonó el timbre, lo notó muy suave, casi le
sonó como música celestial.
Abrió la puerta, y no se lo podía creer, el médico era él.
Que casualidad el mundo es un pañuelo
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ResponderEliminarLa vida nos sorprende...
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